El Palacio de Congresos, Exposiciones y Ferias de la Ciudad de Cuenca nace con voluntad de impacto. Las singulares necesidades del programa se reflejan en la propuesta, añadiendo al proyecto una necesidad de tipo simbólica.
Su carácter escultórico se manifiesta por medio de la geometría empleada y la pureza de materiales, ambas cosas tratan de captar el interés del individuo.
La simbología del cobre, material perdurable, resistente y adaptado al entorno, así como el carácter artesanal de su montaje, es una analogía de la ciudad de Cuenca y su capacidad de regeneración y cambio sin perder su identidad y su esencia.