Esperar el autobús puede ser un momento de tranquilidad, de prisa o de reflexión. Para ello, el diseño de esta marquesina se concibe como un espacio para que la espera se convierta en un momento amable, cómodo y singular.
El voladizo de láminas de madera aparece como un ligero volumen que flota sobre una estructura metálica sólida y fuerte. Protegido bajo esta marquesina se sitúa el banco con los mismos materiales.
Tanto la marquesina como el banco se visten de rojo y madera oscura. Los colores son cálidos y acogedores para acompañar ese momento de transición hasta que llega el autobús. Situada en una plaza en esquina, esta parada de autobús aparece como un icono en las calles de Faura.